En medio del ruido, la confusión y el dolor que este mundo ofrece, hay una voz que sigue llamando con ternura y poder:

“Ven a mí, tú que estás cansado, y yo te haré descansar.” (Mateo 11:28)

Cristo no vino a condenarte, sino a salvarte. Él conoce tus heridas, tus luchas, tus caídas… y aun así, te ama con amor eterno. Su sacrificio en la cruz fue por ti, para darte vida, perdón y un nuevo comienzo.

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Hoy, Él extiende su mano y te dice:
“No temas, porque yo te he redimido; te puse nombre, mío eres tú.” (Isaías 43:1)

No importa cuán lejos hayas caminado, ni cuán roto te sientas. Jesús está cerca, llamándote por tu nombre. Él quiere rescatarte del vacío, del pecado, de la desesperanza.

Su amor no tiene condiciones, su gracia no tiene límites.

💡 Hoy es el día de salvación.

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Abre tu corazón, responde a su llamado, y deja que Cristo transforme tu vida.